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Lore
Chaleco de inquietud
Acólitos de Nezarec: Koraxis - III
Koraxis se movió instintivamente hacia la Pirámide, el eco de un viaje que quería olvidar desesperadamente.
La Pirámide estaba en el punto más alto al borde del abismo, un espectáculo funesto. Se complementaba con la quietud que envolvía la zona y lo hacía sentir como si estuviera a punto de asfixiarse. Recordó cómo atravesó con cuidado los caminos serrados. Parecía como si la Pirámide estuviera halándolo hacia ella.
Todo parecía conocido… hasta la paranoia. Pero algo no encajaba.
La estructura se tambaleaba y cambiaba con cada uno de sus pasos. Las estatuas parecían girar las cabezas para mirarlo. En las salas se oían susurros suaves que se extinguían antes de que pudiera entender sus palabras. El aire era espeso con ansiosa previsión… con miedo.
Koraxis volvió a caminar por pasillos y escaleras conocidos hasta que de pronto, sin darse cuenta, entró a la cámara más recóndita… la suya.
Los susurros sonaban cada vez más fuertes conforme se acercaba al cuerpo, desplomado y cubierto por la sombra en el centro de la sala. Siseos, gritos y frases apasionadas pero incomprensibles, mezcladas todas, mientras Koraxis se acercaba más.
El cadáver había sido limpiado, no quedaba casi nada fuera de la forma vaga de un cuerpo debajo de la capa.
Ya fuera por la amenaza de las maldiciones o por el miedo puro, su cabeza estaba intacta…
El sonido de los susurros se hacía más fuerte a medida que Koraxis se acercaba al rostro del ente. Su cuerpo entero tembló al mirar hacia abajo y ver el casco oscurecido, un pronunciado anillo de ojos incluso en la baja luz.
A pesar del pavor que lo inundaba, Koraxis siguió con las acciones conocidas y quitó con cuidado uno de los ojos. La sala se sacudió con violencia y, antes de que pudiera guardar la pieza, Koraxis se tropezó. Cerró los ojos y se preparó para el impacto.
