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Chaleco Avatar del Estratega
Rodeado de sombras.
Los andamios de construcción proyectan sombras geométricas sobre los húmedos callejones. Los trabajos para reparar los daños provocados por la invasión de Ghaul siguen en marcha, y ahí, donde las ratas corretean por la ausencia de los ciudadanos, Osiris espera.
Ya había estado aquí antes, acurrucado en una grieta al pie del edificio Schnell, ahuecando las manos contra el rostro para contener la marea oscura de fluido necrótico que bombeaba desde su…
No. Esa fue Savathûn. Aun así, las sombras lo recuerdan y él no olvida su abrazo.
Osiris despierta de su ensoñación cuando su perseguidora entra al callejón. Puede ver su sombra contra la pared, atrapada por el espacio negativo de los andamios. Es la ilusión óptica de una prisión, un truco visual. Aunor Mahal se da cuenta del escenario y aprecia el simbolismo de entrar caminando a una telaraña justo antes de que Osiris arremeta desde la oscuridad y la agarre del cuello de su túnica para estrellarla contra la pared de enfrente.
Aunor resopla al impactar y baja la mirada hacia las temblorosas manos de Osiris que agarran puñados de tela. Aunque su mirada es feroz, le falta fuerza. Ella lo deja sostenerla contra la pared y cuando Osiris se da cuenta de que le tiene lástima, libera a Aunor y da un paso atrás.
"Tu mente sigue siendo aguda", opina Aunor. El comentario hiere su orgullo y lo hace apretar la mandíbula. "¿Qué creíste que sucedería después? No voy a pelear contigo". Lo mira de arriba a abajo. "No sería equitativo".
"Recuerdo el día que te elevaron", dice Osiris con una fuerza tranquila. "Encogida debajo de un autobús en ruinas pidiendo ayuda a gritos. Demasiado aterrorizada para escuchar a tu espectro, demasiado asustada como para agarrar la pistola que te lanzó bajo los escombros".
Aunor respira profundamente a través de los dientes y alisa el frente de su túnica. "No vengo a cazarte", aclara. "Te sigo para mantenerte a salvo".
"De ti mismo" va implícito. Ante eso, Osiris no tiene réplica. Reconsidera sus alrededores y sus acciones, y se arredra con remordimiento.