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Lore
Galería submarina
Agárrate.
Mientras elevaba el brazo por encima de la cabeza para agarrarse, la cazadora intentaba mantener estable su respiración. Logró aferrarse a un saliente rugoso de la estrecha pared de la cueva e impulsarse a través de la hendidura. Su linterna alumbraba la piedra que casi la aprisionaba por completo, pero podía discernir un punto donde la grieta se abría hacia la oscuridad; una oscuridad que para ella significaba la libertad.
Llevaba horas agarrada a la pared de piedra, arrastrando su cuerpo centímetro a centímetro con una sola mano por la hendidura de la roca. Cada vez que se movía, se preguntaba si el paso se volvería un poco más estrecho hasta impedirle el movimiento.
Repitió el movimiento. Con los dedos flexionados, presionó con la palma hacia abajo para arrastrarse unos centímetros más. Tenía el brazo izquierdo aprisionado entre su costado y el estrecho pasaje, pero aún podía mover el derecho. Respiró hondo un par de veces. Sus niveles de oxígeno eran buenos. Por el momento, no había riesgo de ahogamiento.
Solo de quedarse atrapada y, luego, ahogarse.
La cazadora había descendido a la caverna inundada, que estaba debajo de Nessus, dos días antes siguiendo la pista de una extraña señal que Failsafe era incapaz de interpretar. Las placas tectónicas del planeta se habían movido; se habían abiertos nuevos pasadizos, algunos inundados de leche vex y otros, del agua natural del planeta. Esta cueva estaba llena de agua. Al sumergirse en sus profundidades, fue incapaz de ver el fondo. Luego perdió la conexión con Failsafe, pero continuó, y pronto dio con una corriente que discurría a través de una fisura en la pared sumergida de la cueva.
Sin pensárselo dos veces, decidió entrar. Era lo suficientemente grande como para avanzar por ella.
Habían pasado varias horas desde entonces.
Volvió a impulsarse hacia delante. Cada vez que empujaba con el brazo y se arrastraba hacia el agujero, sentía la roca aprisionar cada vez más su cuerpo. Quería que muriera allí, atrapada para siempre; que su Espectro tuviera que resucitarla constantemente solo para volver a morir. Un ataúd de piedra.
Levantó el brazo y logró aferrarse al borde de la grieta. Se colocó de lado y llevó su brazo izquierdo hacia delante. Con ambas manos libres, pudo liberarse del apretado abrazo de la piedra y salió a aguas abiertas.
De nuevo la oscuridad. Su linterna solo lograba alumbrar sus inmediaciones. Estaba flotando, insegura, cuando miró hacia arriba y vio una luz blanca: la superficie; otra cueva; aire. Comenzó a aletear con las piernas para propulsarse hacia arriba y salió a la superficie. Un saliente. Se agarró a él para salir del lago subterráneo.
Al levantar la mirada, vio un singular ojo rojo y sintió cómo una mano metálica la agarraba del cuello.