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V. BRUJAS DE TERCERA
Al ver a Sedia presidir sobre las trece del nuevo aquelarre, Petra sintió una mezcla de orgullo y ansiedad que le encogía el estómago, como si unos tendones cálidos tiraran de su piel hacia el interior de sus entrañas. Mantuvo la sonrisa hasta que hubieron tomado sus posiciones en el Pozo Ciego. Austyn, Ylaia y Sjari eran el núcleo del grupo. Las otras estaban interconectadas en el círculo exterior. Se colocaron en puntos estratégicos, alrededor de la brújula del abrecaminos, que vibraba y doblegaba el aire hasta convertirlo en un salvaje fluido cromático. El Pozo se había despertado.
Se concentraron para preparar sus mentes. Iniciaron la meditación. Entraron en comunión en la búsqueda. Trece voces hablaron como una sola y, luego, se hizo el silencio. El Pozo cayó a los pies de las nuevas aprendices del aquelarre en forma de cristales prismáticos. Unos instantes antes, las trece estaban en el Pozo Ciego con las manos y las mentes entrelazadas. Ahora, descendían por una cascada de posibilidad, voluntad e intención.
No tardaron en establecer la conexión. La voz de la reina Mara Sov llenó sus pensamientos y ellas gravitaron en esa dirección. Las hermanas del aquelarre saltaron entre las líneas ley, rebotando por el tiempo y el espacio hasta acabar dando vueltas en la acreción de una reluciente diosa celestial. Su reina.
Cerca de allí, Austyn volvió a ver aquel ruido.
Sus hermanas avanzaban hacia la voz de la reina y Austyn no le quitaba el ojo de encima al ruido. Finalmente, la imagen de Mara Sov se manifestó y sus palabras encontraron entendimiento. Concentraron su voluntad en sus palabras y, ante ellas, un muro pálido de niebla y cristal dio paso a una línea ley más allá del sistema solar.
"Muy bien, mis técnidas", dijo Mara, emergiendo de la nada ante ellas. Puso la mano sobre la brújula del abrecaminos. "Llevadme a casa".
El aquelarre dirigió su pensamiento hacia la Ciudad Onírica, hacia la seguridad, hacia Petra. Sin embargo, al ponerse en camino por el Plano Ascendente a través de las líneas ley, sintieron que otra presencia las observaba. Desde las orillas del espacio, las perseguía un ruido distorsionado.
Mara clavó en Austyn una mirada iracunda antes de darse la vuelta y alzar las palmas. Con una sola palabra, la línea ley se hizo añicos a sus espaldas y un fogonazo de energía se precipitó hacia el corazón del ruido mientras ellas huían a toda prisa hacia la Ciudad Onírica. "No pienso dejar que una mestiza sangrienta me persiga", murmuró Mara. "Mantened la concentración. Volverá".
Austyn sintió que el ruido volvía a rodearlas, tal como había ocurrido la otra noche en su cama. En este sueño, podría asfixiarlas.
Cada vez que el aquelarre cambiaba de línea ley, el ruido también lo hacía. Ella sabía que no podían escapar y, a través de ella, también lo sabían sus hermanas. Descendió sobre ellas y, al acercarse, el ruido se transformó en susurros. En el pensamiento de Austyn solo había un nombre: Xivu Arath.
Veía la Ciudad Onírica, pero borrosa. La conexión se oscurecía. Sus hermanas sintieron su preocupación. No tenían fuerzas para escapar. Alinearon sus mentes en una acción. Austyn cogió la brújula y se la entregó a Mara Sov. "Vamos a asegurar tu llegada".
Cada hermana dirigió su pensamiento lejos de la Ciudad Onírica y hacia su propio rincón del Plano Ascendente. Entonces, con un estallido de voluntad, todas se dispersaron por las líneas ley. El ruido se detuvo durante unos instantes y se dividió en todas direcciones para seguirlas.
La reina Mara Sov cayó de pie al entrar en contacto con el suelo del Pozo Ciego.
"¡Mi reina!". Petra miró hacia la grieta por la que había caído y que se sellaba rápidamente. "¿Dónde están las demás?".