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Lore
Piloto de Riis
"¡No! Este va aquí y este allí". (Amanda Holliday)
Amanda Holliday estaba sentada de piernas cruzadas en el suelo del hangar, con las manos sobre las rodillas y los codos doblados para inclinarse. Una lluvia de chispas la cubría, pero rebotaba suavemente en sus gafas protectoras. El cosquilleo de las chispas sobre su piel le resultaba reconfortante y familiar. Y también lo era el colibrí que su asistenta estaba reparando. Pero a la asistenta no lograba acostumbrarse.
"No sé porqué resulta tan raro", dijo Amanda mirando a la elixni vándalo que manejaba dos soldadoras al mismo tiempo, una con cada par de brazos. Se rio para sus adentros y se frotó la mejilla porque una chispa la había alcanzado. "Siempre me ha intrigado cómo trabajáis tan rápido".
Niik, la ingeniera elixni, cerró tres ojos al mirar a Amanda y volvió a enfrascarse en su trabajo. "Es más fácil ver sin escudos oculares", explicó Niik con una sonrisa. "Los ojos elixni más rápidos, mejores que los humanos". Luego, en voz baja, añadió: "No como antes del hogar, pero…".
"¿Qué quieres decir?", preguntó Amanda. Niik apagó las soldadoras, dejó sus herramientas a un lado y se reclinó con dos manos en el suelo de cemento y otras dos manos plegadas sobre su regazo. Miró hacia el techo, suspiró y de su boca emanó un leve vapor de éter.
"Las vidas de la historia más grandes que las nuestras del presente", explicó Niik a Amanda. "Perdimos propósito después de…". Niik pausó para buscar las palabras humanas correctas. "…nuestra Edad de Oro".
Entonces, Amanda suspiró, pero de pena y no para cargarse de paciencia, como había hecho Niik. "¿Alguna vez has ido en colibrí?", preguntó para cambiar de tema. No había pensado mucho en eso antes de decirlo.
Niik negó con la cabeza y miró la máquina sin terminar que tenía ante sí. "Demasiado pequeño", dijo encogiéndose de hombros. "Barracudas más fuertes, pero corren rápido".
Amanda no pudo evitar soltar una carcajada. "Querida", dijo entre risas, "no hay barracuda más rápida que mi colibrí".
A Niik se le iluminó la mirada, y se incorporó ante lo que percibió como un desafío por parte de la humana. Amanda recordó una frase elixni que le había enseñado Cuervo la última vez que hablaron por radio. Un desafío amistoso. Su pronunciación no fue la correcta, pero la intención sí. Niik quedó encantada.
"Tus alardes son cáscaras huecas", dijo Niik con una carcajada y se incorporó sobre las rodillas. Amanda abrió los ojos sorprendida, porque parecía que Niik iba a abalanzarse sobre ella, como si hubiera dicho algo inapropiado o como si la hubiera retado a un duelo. Pero nadie desenfundó su arma. En lugar de eso, Niik le extendió dos manos para ayudarla a levantarse, y lo hizo con facilidad.
"¿Vamos a… echar una carrera?", preguntó con una sonrisa nerviosa e insegura.
Niik asintió con entusiasmo. "Sí, carrera".