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Lore
Guanteletes Praefectus
"¿Quieres una nave? Seguro que tus amigos de la flota están deseando rescatar a otro legionario perdido. A menos que no quieras que te encuentren, claro". (La Araña)
//UN MENSAJE DE LA EMPERATRIZ CAIATL A TODOS LOS LEGIONARIOS DEL SISTEMA SOL//
Guerreros del imperio: la corona os llama.
Ghaul nos ha defraudado y la Legión Roja lo ha pagado con sangre. Os han dispersado y abandonado. Os han dejado a merced de nuestros enemigos y os han privado de un hogar, pues Torobatl ya no nos pertenece.
La flota combinada del imperio ha entrado en el sistema Sol. Volved con nosotros, hermanos. Uníos a nuestras filas y ayudadme a reconstruir este imperio fracturado. Con fuerza y honor, escribiremos el siguiente capítulo de la ilustre historia de nuestro imperio y…
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La centurión silenció el transmisor. Se asomó por la puerta improvisada de la caverna y vio los asteroides que surcaban a la deriva por encima de la Costa Enredada, como gigantes dormidos en un mar púrpura.
Los graznidos de unos engendros retumbaron por la estancia. La centurión cerró la puerta de golpe, preparó el fusil de postas y permaneció inmóvil, escuchando atentamente. Cuando todo volvió a quedar en silencio, se dejó caer sobre la puerta y soltó el arma. Ese fusil se había fabricado para su familia y bañado en la sangre de su hermano, pero aquello no era más que un lejano recuerdo perdido entre el polvo que cubría los yelmos vacíos.
El mensaje no dejaba de resonar en su cabeza. Una corona. Un guantelete. Un cáliz. Metal torturado por el calor y moldeado según la visión de otra entidad. ¿Cómo la había moldeado el imperio a ella? El gemido quedo de una transmisión antigua retumbó por su traje presurizado que ahora le estaba cómicamente grande, por la atrofia muscular.
De un puñetazo, hizo añicos el transmisor. A lo lejos, rugían los motores de los trituradores: era la respuesta de incontables legionarios al llamamiento de la emperatriz. Se hizo un ovillo y cayó en un profundo sueño.