Lore
Dominasombras
Lo oí por primera vez en los túneles excavados por lacayos en Calisto, cuando la Luz de mi amigo se apagaba. Parecía el tañido caótico de un montón de cristales rotos que retumbaba por los rincones de mi mente. Lo ignoré e hice que las alimañas de la colmena ardieran en el fuego de mi venganza.
Pero lo volví a oír cuando el funesto dispositivo de Ghaul atrapó al Viajero y la Luz se escapó de mis huesos: un coro frío en mis oídos, una canción fragmentada exigiendo ser escuchada. Entonces, me aferré a ello, tiritando entre los escombros de la Última Ciudad. El sonido ahogó el clamor de los centuriones y me ayudó a concentrarme en mi voluntad de sobrevivir.
Bajo la sombra de la pirámide de Europa, por fin lo comprendí. Lo que antes era ruido se convirtió en una siniestra melodía disonante, una estructura por fin comprensible. Me uní a la canción. Mi voz afinó el acorde cuando mis manos se aferraron a la vara de hielo: el caos había tomado forma. Selló mis manos con escarcha y la canción resonó en mi cuerpo. Yo era su instrumento y, a la vez, me pertenecía. Cuando cantábamos al mundo para que estuviera quieto, nos obedecía.