Related Collectible
Lore
Vestimentas Cacería Salvaje
"He estudiado a los enemigos de la Luz y no sé qué nos guio a esas ruinas en Antiguo Chicago y mató a todos esos guardianes. Pero sé que iba a por nosotros". (Shayura, hechicera insomne)
III
El campamento llevaba varios días allí. Estaba formado por unas pocas de tiendas polvorientas amontonadas alrededor de cajas cerradas, dos de las cuales estaban selladas. El sirviente en trance se había apagado, y un líquido pestilente brotaba de los agujeros y los cortes de su blindaje. Trihn examinó la máquina con curiosidad. No era nada habitual ver uno así tan lejos de la Costa, sobre todo desprotegido.
Una punta de lanza de arco abandonada en el suelo le llamó la atención hacia una caja abierta que contenía herramientas de excavación, un cable de alta resistencia y unos filtros de respiración. Y, un poco más adelante, estaba el capitán resollando. Trihn recogió la lanza del suelo y avanzó hacia él.
"¿Cómo te llamas, súbdito de Driksys?". El elixni que ella hablaba era el de la Costa, una variante tosca, producto de la mezcla del elegante idioma con frases y pronunciación del sol local.
El capitán rodó violentamente sobre sí mismo, partiendo plumas como si fueran astillas. Se apoyó sobre sus extremidades maltrechas para estirarse y alcanzar a atacarla con su otro brazo. Por su máscara agrietada salía espuma y, por un roto a la altura de la ceja, un ojo enloquecido la miraba fijamente.
"¿Qué le pasa?".
Shakto apareció junto a Trihn. "No lo sé. La fisiología indica que es de los caídos, pero está alterada. ¿Será algo en el éter?".
"No importa cómo te llamaran, ahora tu vida me pertenece". La portaluz atravesó el pecho del capitán con su lanza de arco de un solo movimiento. "Seguiremos con este plan hasta que no queden subordinados. Tarde o temprano, no tendrá más remedio que enfrentarse a nosotros".
Trihn cogió un frasco vacío de éter que el capitán llevaba encima y lo levantó para examinarlo. "Shakto".
"Parece limpio", dijo el Espectro después de escanearlo.
Trihn tiró al suelo el frasco, que se hizo añicos, y continuó examinando las cajas cerradas. Usó la lanza para abrir una de ellas y la apartó a un lado. Dentro había aproximadamente una docena de viales llenos de un delicado líquido azul que tintinearon cuando se abrió la caja. Excepto por unos pocos viales con el sello roto de los que emanaba espuma, el éter fluía como plasma detrás del cristal. "No dejarían sin atender tanta cantidad".
Shakto siguió el rastro de fango del capitán hasta una curva del barranco. El rastro lo llevó hasta una hendidura en la roca. "Trihn".
Había suficiente espacio para que ella se deslizara. La apertura conducía hasta un oscuro túnel sinuoso. Trihn cogió una piedra del suelo y la hizo rodar por sus manos, absorbiendo su suavidad con la Luz de vacío de sus palmas. Arrojó la esfera luminosa en la hendidura y la observó rodar unos metros antes de llegar a un borde por el que cayó y desapareció.
"¿Crees que ha atravesado el Arrecife?".
"No lo creo. Esa cuerda tiene que llevar a algún lugar".
A cada paso que lograba dar, Trihn respiraba a pequeñas bocanadas. Eso era lo único que le permitía la piedra que presionaba sus costillas. Cerró los ojos para intentar dominar el pánico que la invadía y dio un último paso antes de llegar al precipicio. Los muros se ensancharon y sus pulmones también. La cuerda colgaba bajo sus pies. La cogió y probó la solidez del gancho que la sujetaba.
"Shakto, voy a bajar".
A varios metros de profundidad, sus luces de espeleología iluminaron una siniestra escena: tres vándalos, dos escoria y un capitán yacían desmembrados, mientras algunos espasmos residuales seguían recorriendo sus extremidades. Cerca del capitán, dos brazos cortados descansaban en un charco de sangre. Un tercer brazo, una prótesis, estaba clavado con una lanza a uno de los muros de piedra. Se le cortó la respiración. Reconocía esta violencia. Era lo único que había visto en los fosos.
"¿Qué has encontrado?". La voz de Shakto resonó por el hueco antes de descender.