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Lore
Chispa efímera
Lo que más brilla en el cielo.
"Vaya, mira esa fuente de energía. Qué retro". La conexión del holoproyector es inestable y hace que el rostro de Nimbus se distorsione, pero la emoción que se percibe en su voz mientras resuena en las paredes de la Arcología es evidente. "¿Y dices que es tecnología del Nuevo Pacífico?".
"Sí, la encontré cerca de aquí", responde Sloane.
"Todavía conservamos algunas de sus antiguas grabaciones. Siempre me ha gustado su sintonía".
Sloane sonríe. "¿Tú eres la próxima frontera?".
"Sí, esa. Es pegadiza, ¿verdad?", dice Nimbus con una sonrisa. "Oye, pues menudo descubrimiento. Ese exoesqueleto tuyo se parece un montón a algunos de los primeros prototipos para surcanubes sobre los que estudié. Antes de lo sideral y de la nanotecnología. Solo con un par de enlaces neurales y algo de cromo. Esta biointerfaz…".
Sloane resopla. "¿Cuando el traje me apuñaló con un montón de cables?".
"Solo el traje debe de pesar un par de toneladas. ¿Y te lo pusiste para la batalla?".
"Vaya que sí".
La proyección de Nimbus la mira con seriedad. "Eres la leche". Se fija un momento en la tabla de datos que tiene en la mano. "Conozco a algunos tecnófilos que fliparían con esto. A Quinn le va a encantar".
"Tiene algunos defectos de diseño", dice Sloane. "Cuando el traje se quedó sin energía, era imposible de manejar. Me lo tuve que arrancar".
Nimbus se ríe. "Bueno, el modelo nuevo también tiene sus desventajas".
Sloane no sabía qué esperar de aquella conversación cuando Zavala se lo propuso por primera vez. Una charla formal sobre la tecnología de la Edad de Oro, como la que podría tener con los criptarcas. Quizás alguna que otra acusación llena de resentimiento, diferencias culturales…
Pero no esta sensación de reconocimiento, como un dolor antiguo y familiar.
Una sonrisa deslumbrante se dibuja en el rostro de Nimbus. "Aun así, mientras dura, es una pasada".
Sloane asiente. "Es la mejor sensación del mundo".
