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Lore
Casco Pionero
Ojos bien abiertos y vista al frente.
I. NUEVO AQUELARRE
Petra estaba envuelta en vapores en las orillas del acantilado, junto a las Brumas Divalianas. A su lado estaba Illyn, técnida madre del aquelarre. De las profundidades de la piedra brotaba un torrente de agua y un suave temblor recorría sus cuerpos. Por encima de ellas, el cielo se rasgó como una tela raída y unas frondas de maleza poseída se extendieron hacia la Ciudad Onírica.
"Pronto llegarán. Detener el avance de Oryx no bastó", dijo Petra.
Antes de la batalla de Saturno, había pasado meses hablando con Illyn para sembrar una idea en su mente: un nuevo aquelarre, una nueva clase de hermanas reclutas. Ahora, con el buque insignia de la reina en ruinas y varias de las técnidas más hábiles perdidas, ya no se puede permitir el lujo del rechazo.
"El Arrecife no resistirá solo con corsarios. No puedo buscar a la reina con espejos y una armada reducida. Necesitamos más técnidas, Illyn. Sabes que tengo razón".
Illyn meneó la cabeza. "No somos armas a disposición de la Ira de la Reina".
La reticencia del aquelarre por forjar el siguiente eslabón en la cadena de su linaje era firme. Desde la formación de Eleusinia y la explotación de Riven, las técnidas más veteranas se habían vuelto reservadas con sus artes. Los métodos y los textos se guardaban con recelo. A pesar de todo, Petra sabía que Illyn había estado escuchando sus palabras. Ella también había soñado con el fracaso del Heraldo y con Oryx poseyendo a sus hermanas.
"Cerraremos a cal y canto las líneas ley y sellaremos la ciudad", concluyó Illyn.
"¡No!", exclamó Petra. "La reina está perdida y podría volver". Miró a la madre del aquelarre. "De tus siete, ¿cuántas siguen vivas?".
Petra sintió que la mirada de Illyn brillaba de dolor bajo su visor. "Precisamente", dijo Illyn. "No tenemos la fuerza necesaria".
"Entonces, atiende mi petición". Petra apartó con la mano la bruma que flotaba entre ellas. "Entrena a más hermanas".
Illyn por fin desvió la mirada del cielo y miró a Petra con una mueca de disconformidad. "No tenemos tiempo. El entrenamiento lleva décadas".
"Apáñatelas como sea", exigió Petra. Luego, respiró profundamente. "Illyn, haré lo que me pidas. Por favor, ¿podemos resolver esto juntas?".
Illyn inclinó la cabeza. Se inclinó sobre el acantilado y observó la corriente de bruma que caía en picado y el arroyo de agua que fluía interminablemente. "Envíame a tus candidatas. Espero que sean más fuertes que tú".