Special Perks
Favor de la reina
Stats
Defensa | 0 |
Curated Roll
Lore
Grebas Insignia de la Técnida
"Aunque vayamos por donde nadie ha caminado antes, no nos andamos con pies de plomo". (Comandante Zavala)
Druis se situó en el borde de la roca flotante del Plano Ascendente, contó en silencio hasta tres y saltó.
Cuando estaba en lo más alto, hizo brotar su Luz en un pulso de flotación a su alrededor y comenzó a flotar hacia abajo…, y siguió flotando. Gruñó al no lograr aterrizar en el lejano saliente que quería y, en su lugar, se sumergió lentamente en la oscuridad de abajo.
Extendió la mano para agarrarse al lateral del abismo, pero sus guantes solo encontraron los carnosos cilios del egrégor. Retrocedió (¿hongos egrégor en el Plano Ascendente?), pero luego hundió las manos en ellos para frenar su caída. Se detuvo sobre una roca inestable atrapada en una masa de hongos retorcidos.
Druis trató de ver a través de la oscuridad. Unas ondulantes frondas de egrégor se agitaron en su campo visual y las apartó. Se llevó la manga de su túnica de terciopelo verde a la boca, intentando en vano no inhalar la nube de repugnantes esporas que siseaban constantemente desde las vainas fúngicas.
Se concentró. "Vamos, guardia de la reina", murmuró. "Puedes hacerlo". Pensó en la reina Mara y concentró su Luz debajo de ella, tratando de subir a…
Un susurro omnipresente se introdujo en su mente mientras un zarcillo pegajoso le rozaba el brazo. Se lo quitó de encima y volvió a concentrarse.
Pensó en los prisioneros que languidecían en los puestos de las pirámides, inocentes que necesitaban…
Un píleo húmedo cayó sobre sus botas, cargado de terribles recuerdos. Lo apartó de un puntapié con un gruñido y pensó en sus aliados, aquellos a los que había ayudado y que la habían ayudado a lo largo de su viaje…
La piedra cedió bajo sus pies mientras el Plano Ascendente se reorganizaba con un tirón. Miró hacia arriba cuando el egrégor de ambos lados del abismo comenzó a entrelazarse para encerrarla.
Sintió un escalofrío de miedo… y, luego, de rabia. No moriré aquí, pensó. No en este lugar. No seré pasto de esta inmundicia reptante. No…
Druis pensó en sí misma.
Su Luz brilló hacia arriba, atravesando la nada, y alcanzó el favor de los insomnes.
Espirales de pequeños cristales púrpura brotaron del suelo bajo sus botas. La piedra inestable sobre la que se encontraba se fijó en su lugar, fundida en una masa de amatista.
Una vaina de egrégor que oscilaba a pocos centímetros de su cara se congeló llenándose de incrustaciones de cristal, como una pieza de fruta azucarada. Se dobló con fiereza, luego se rompió por su propio peso y se hizo añicos en el suelo.
Druis se envolvió con su Luz. El egrégor del abismo retrocedió como si se hubiera quemado, revelando asideros de piedra desnuda y limpia.
Asintió, se ajustó el cinto y comenzó el arduo ascenso hasta la cima.