Special Perks
Favor de la reina
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Lore
Máscara Insignia de la Técnida
"Si somos predecibles, nunca encontraremos un buen lugar para clavar un cuchillo". (Cuervo)
Ikora Rey entornó los ojos al mirar hacia arriba. El cálido sol y el canto de los pájaros en el aire aumentaban de algún modo la sensación de premonición que invadía la Villa. Frente a la líder de la Vanguardia estaba sentada una joven piloto, que jugueteaba nerviosamente con las lengüetas de la cremallera de su traje de vuelo.
"¿Te han dado de comer?", preguntó Ikora con un tono deliberadamente suave.
"Sí, señora", asintió la piloto. "Nos dieron un tazón gigante de esa bazofia marrón. Parecía un comedero. Olía a comida para gatos. Supongo que esperaban que todos comiéramos con las manos. Pero nadie se fiaba".
"¿Y qué te parecieron los guardias de la prisión?", continuó la hechicera. "¿Cómo eran? ¿Brutos, amables, escandalosos…? ¿Hablaban entre ellos?".
"No, señora. No se parecían a… nada". La mujer frunció el ceño, tratando de encontrar las palabras para expresarse. "He estado cerca de otros cabal antes. Tanto aliados como enemigos. Suelen ser bastante ruidosos. Se pelean y dicen palabrotas, como hacen los soldados".
Ikora asintió en señal de comprensión. Había descubierto que los escalafones inferiores de la comitiva de Caiatl podían ser bastante alborotadores en ausencia de su emperatriz.
"Pero la Legión de las Sombras parecía… vacía", continuó la piloto. "A veces, un oficial daba órdenes; pero, aparte de eso, todo estaba en silencio. Los guardias de las celdas se quedaban ahí, sin moverse, mirando al frente, respirando muy fuerte. Casi jadeando… Podrían haber pasado por androides teniendo en cuenta su personalidad".
Se quedó en silencio un instante. "No sé por qué", concluyó, "pero ese vacío me dio más miedo que nada".