Special Perks
Stats
Impacto |
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51 | |
Alcance |
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50 | |
• Damage Falloff | |||
Estabilidad |
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43 | |
Manejo |
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38 | |
Velocidad de recarga |
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21 | |
• Reload Time | |||
Asistencia de apuntado |
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86 | |
Capacidad |
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32 | |
Zoom |
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12 | |
Eficacia en el aire |
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25 | |
Direc. de retroceso |
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91 | |
Disparos por minuto | 260 | ||
Cargador | 12 | ||
Ataque | 0 |
Curated Roll
Lore
Insuperable
Las montañas se deben devorar a mordiscos.
La vida en las afueras de la Costa Enredada era tan inhóspita como de costumbre, pero, cuando los pocos elixni que quedaban oyeron las noticias, supieron que había llegado el momento de irse.
"¿Cuánto falta para llegar al queche?", preguntó un escoria que cargaba con una montaña de efectos de la tripulación a cuestas.
"Ya habríamos llegado si no te hubieras cargado la última barracuda", le espetó una vándala.
De repente, se oyó un grito tímido en el aire. Fuerte y desesperado. Casi infantil.
El escoria se detuvo. "¿Oyes eso?".
Salió disparado y se encontró con una cría solitaria, que se arrastraba y entonaba una canción de abandono en el fondo de un cráter.
"La cría está… ¡está rodeada de éter oscuro!", exclamó el escoria.
La vándala agarró al escoria del pescuezo. "¡Serás idiota! ¡Tenemos que irnos!", gritó.
Pero era demasiado tarde. Un grupo de repudiados resurgidos sanguinarios los había rodeado y no dejaron más que sus gritos resonando en el paisaje.
***
El legionario vestido de azul siguió el sonido: un grito que resonó en las tierras yermas de la Costa Enredada. Cada vez más fuerte y desesperado. Casi infantil.
En el fondo de un cráter, se encontró con una cría, que entonaba una canción de abandono. Con mucho cuidado, el legionario se agachó para acercarse a la fisura y consolar a la cría, que rápidamente se agarró a él entre el éter oscuro que se arremolinaba a su alrededor.
Se oyó un grito de guerra abrupto y apareció un grupo de repudiados resurgidos. El legionario despachó a uno de ellos y le metió una granada en la boca antes de empujarlo hacia sus hermanos. Cuando explotó, pedazos de restos cayeron sobre el legionario y la cría, que se acurrucó detrás de él.
El repudiado que quedaba atacó por detrás, lo inmovilizó contra el suelo e hizo que su arma saliera volando por los aires. El monstruo pútrido fue a golpear, pero se detuvo de repente, aullando de dolor. El legionario se giró y vio a la cría regordeta aferrada a la pierna del repudiado, con los dientes clavados en la carne. Sin dudarlo un segundo, agarró el arma y le metió una bala en la cabeza al repudiado.
Con mucho cariño, recogió a la cría ilesa, le limpió las babas y los flujos de la boca, y soltó una carcajada.
"¡Acabas de comerte la primera montaña de muchas! ¡Vas a ser todo un cabal, pequeñín!".