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Lore
Carcasa Ángel del guardián
Para Espectros que vigilan de cerca.
La reina Mara Sov cerró los ojos y se concentró en la guardiana, que estaba demostrando su poder en el Plano Ascendente. Sintió que el aire se agitaba con las explosiones, olió la carne acre de los poseídos y escuchó sus gritos infernales mientras la Luz de la guardiana los vaporizaba.
Pero cuando abrió los ojos, estaba de nuevo en la Tierra, en la quietud pastoral de la Villa. El tumulto de la batalla retrocedió en su subconsciente. Frunció el ceño, decepcionada por la placidez de su entorno corpóreo.
En contra de su buen juicio, volvió a cerrar los ojos y siguió el hilo de su poder hasta un beneficiario diferente. De repente, se encontraba observando una figura encapuchada, que se escondía tras una pieza oxidada de maquinaria de la Edad de Oro, vigilando una pirámide cercana.
Hasta ahora, Mara se había abstenido de conectar con Cuervo, pues sabía que necesitaba su espacio. Pero oscuros presagios se cernían sobre el cielo y ella buscaba consuelo en el latido gemelo que una vez compartieron.
Un brillo digital agitó el aire cuando Glint apareció junto al hombro de Cuervo. "¿Alguna novedad?", preguntó el Espectro.
"Todavía nada. Salieron tres patrullas. Una volvió con prisioneros y las otras dos regresaron cojeando con muchas bajas".
"¿Y no has visto nada extraño?", insistió Glint.
"No…, ¿por qué?", Cuervo miró con perspicacia al Espectro.
"Por nada, supongo", respondió Glint. "Solo que tengo un mal presentimiento. Como si nos estuvieran observando".
"Aquí solo estamos tú, Mara y yo", respondió Cuervo. "Todo va bien".