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Lore
Chaleco Cacería Salvaje
"Seguimos a esa cosa hasta las ruinas de Antiguo Chicago, por las catacumbas. No la perseguíamos. Nos estaba atrayendo". (Aisha, cazadora humana)
III
El polvo azotaba la Costa Enredada y, por encima, las nubes se elevaban en torrentes. Gaelin-4 no sabía si el viento provenía del Arrecife, pero aullaba con fuerza. Los tres cazadores descansaban en sus maltrechas esterillas, dándose la espalda unos a otros. Dos de esas espaldas lucían púas de color negro mate. La tercera espalda estaba envuelta en una capa color marrón descolorido que mostraba el bulto del carcaj que sobresalía de su Equipo de Orfeo. Habían cubierto sus vehículos con lonas de camuflaje.
Las relucientes llamas lamían el interior del transporte calcinado. El aceite de motor que habían usado como combustible le confería al fuego un tono violeta.
"La atraeré hacia la soga de vacío. Una vez atrapada, podemos activar la jaula de arco".
"¿El guardián no quiere minas de red? Muy efectivas". Vynriis señaló su barracuda cubierta.
"No quiero nada que explote mientras preparo la jaula".
"Como quiera el guardián", respondió Nivviks, luego, revisó su fusil de detención.
"No me disparéis por la espalda".
"Como quiera el guardián".
Gaelin-4 suspiró. "Basta de cháchara".
Las horas nocturnas pasaban lentamente. El fuego violeta empezó a apagarse.
"¿El guardián está satisfecho con el trabajo de la Araña?".
"Trabajo por libre. Trabajo para cobrar, no para la Araña".
"Igualmente", dijo Vynriis con alegría. "En cierto modo…".
"¿Sí? ¿Os paga bien?".
"Bastante", respondió Nivviks. "Buen trabajo, buena paga. Negocio propio".
"¿Y la Araña aprueba el espíritu emprendedor?", preguntó Gaelin-4.
"Entra dinero y la Araña mira hacia otro lado. Todo bien", dijo Nivviks.
"¿Sabéis quién era el hombre que estaba en la guarida de la Araña?".
"No", respondió Vynriis.
"No nos importa", agregó Nivviks.
"Era Osiris. Deberíais saberlo. ¿Nunca habéis oído hablar de los Seis Frentes?".
"Muchas veces, los guardianes solo hablan de sus victorias". Nivviks ajustó su postura.
"Yo puedo hablaros de eso. Estuve ahí", dijo Gaelin.
"Yo no", interrumpió Vynriis. "Vynriis solo conoce la Costa".
"¿No te han contado que todos los caídos murieron ese día? ¿Y ningún guardián? Conveniente", rio Nivviks.
Gaelin-4 se giró para mirar a Nivviks. "¿Y tú no te lo crees?".
Nivviks se giró para mirarlo. "Sí. Recuerdo los frentes. Recuerdo Guerra Roja. Recuerdo la Tierra. Recuerdo Riis. Recuerdo antes de que la Gran Máquina os levantara".
Vynriis los escuchaba inmóvil.
"Eres más viejo de lo que pensaba. Ya sabes que las cosas eran más sencillas entonces. Antes, sabías quién era bueno y quién era malo. Echo de menos esa época. Ahora todo es complicado".
"¿Sencillas?", Nivviks soltó una carcajada. "Vida nunca sencilla, pero el sufrimiento limita la mente y cambia lo que vemos. Sobrevivir hace muchos enemigos. Sabemos que es verdad".
"Has vivido demasiado. Has matado a mucha de nuestra gente", dijo Gaelin tajantemente.
"Y tú de la nuestra", respondió Nivviks. "Ahora no matamos. ¿No es eso sencillo?".
Gaelin lo pensó por un momento. "El pasado es difícil de olvidar".
"Sí, pero guardianes tenéis todo el tiempo del mundo", dijo Vynriis.
"Vuestros héroes, nuestras pesadillas", dijo Nivviks. "Osiris. Teníamos un nombre distinto. Ahora ya no nos intimida tanto".
"No se lo digáis a él. Deberíais darle las gracias". Gaelin-4 volvió a su posición original.
"Agradecer hoy, maldecir en los frentes. Cambio de perspectiva, ¿sí?, dijo Nivviks, girándose también.
"Supongo. Sin Osiris, estaríamos en una línea temporal completamente distinta, o algo peor".
"Sí, esta es preferible. Muchos prosperan. Sin problemas aquí".
"¿Sarcasmo?".
"Como quiera el guardián".