Special Perks
Ventajas aleatorias
Stats
Impacto |
|
65 | |
Alcance |
|
45 | |
• Damage Falloff | |||
Estabilidad |
|
43 | |
Manejo |
|
71 | |
Velocidad de recarga |
|
62 | |
• Reload Time | |||
Asistencia de apuntado |
|
52 | |
Capacidad |
|
25 | |
Zoom |
|
12 | |
Eficacia en el aire |
|
2 | |
Direc. de retroceso |
|
54 | |
Disparos por minuto | 80 | ||
Cargador | 6 | ||
Ataque | 0 |
Curated Roll
Lore
Caminante de Riis
"No. No pienso permitir que un caído participe en el Estandarte de Hierro, ese es un derecho exclusivo de los guardianes. Pero, si insistes, quizá permita que los guardianes usen armas forjadas por los caídos. Tú eres armero, ¿no?". (Lord Saladino a un elixni desconocido)
En una calle abarrotada, alguien lanza una botella y golpea a un elixni en la cabeza, haciéndolo tambalear. Los cristales rotos brillan en el suelo. La gente forma un corro a su alrededor para gritarle improperios e insultos. Del profundo corte que tiene en la frente brota un líquido azul oscuro. No puede huir, está acorralado entre las luces de neón de un club que parpadean al ritmo de la música y un callejón bloqueado por los escombros de la Guerra Roja.
"Por favor, no daño. ¡Vriiksis amigo!", grita mientras se agarra la cabeza con dos de sus manos y extiende otra como si así pudiera protegerse de la multitud. "Busco hermano. Desaparecido. ¡Por favor!".
La multitud no escucha y sigue increpándole con fervor. Pronuncian las palabras de Lakshmi-2, aunque muchos de ellos son demasiado jóvenes o ingenuos como para darse cuenta. Vriiksis no puede entender esos idiomas desconocidos en los que le gritan, pero entiende bien el tono de la violencia. Su postura lo dice todo y el miedo de sus ojos tiene un matiz adicional. Teme a lo que le ocurrió a su hermano y el odio empieza a tomar forma en su corazón.
Un trabajador de la fundición sale de entre la multitud y, de forma amenazante, carga una bala en su escopeta. Apunta al elixni con las manos temblorosas. "¿Quieres que hablemos de la familia?", grita el humano. Vriiksis no sabe qué dice. "¡Tu gente secuestró a mi hermana mientras llevaba suministros de la Tierra a Titán! ¡La asaltasteis!".
"Vriiksis no…". Lo interrumpe un escopetazo que pulveriza la calzada junto a él. Vriiksis se arrodilla y se encoge. "Por favor", suplica y, con un movimiento rápido, recoge un trozo de la botella con la que lo habían atacado y lo empuña con la intención de defenderse.
La multitud grita furiosa.
El trabajador de la fundición avanza hacia Vriiksis y dispara de nuevo. Entonces, una repentina ola de frío lo llena todo de bruma. El destello de la escopeta queda congelado, se rompe como un cristal y estalla en mil pedazos de estasis negra y azul. El humano retrocede, agarrándose el brazo medio congelado y gritando.
Vriiksis observa atónito cómo la multitud se separa detrás de su atacante y una cazadora, vestida de negro y dorado, con marcas luminosas en su armadura, se acerca a ellos. La Oscuridad se arremolina en su mano y flotan pequeños cristales de estasis que parecen diminutas lunas a su alrededor.
"¡Ya basta!", grita Aisha. "¡Debería daros vergüenza! ¡Fijaos!".
Con una mano, Aisha agarra por el pescuezo al trabajador herido y lo arroja hacia la multitud. "¡Largaos de aquí, antes de que os eche yo! ¡Fuera!". El viento se arremolina entre los pies de Aisha y los escombros cristalinos se elevan para formar retorcidos hilos de Oscuridad. La multitud retrocede como una violenta marea, tropiezan unos con otros y huyen azorados.
Cuando la multitud se dispersa, Aisha apaga la guadaña de estasis y el viento cesa. Se gira, mira a Vriiksis y le tiende una mano. "Lo siento", dice con voz tensa. Él no puede ver su expresión bajo el casco.
Vriiksis no acepta la mano que le ofrecen. Sus ojos muestran el mismo miedo. El mismo odio.
"No pasa nada", dice Aisha lentamente, ofreciendo su mano de nuevo. "Ahora estás a salvo, esta gente…".
"No a salvo", espeta él, baja la mirada hasta la mano de Aisha y luego mira de nuevo su casco. "Eres como Eramis. Tu mente está envenenada".
A Aisha se le hace un nudo en la garganta. Baja lentamente la mano que había ofrecido y, por un instante, aprieta el puño. "Estás herido. Al menos, déjame acompañarte a una clínica…". Su voz se desvanece, Vriiksis ya está retrocediendo hacia un callejón, con sus ojos azules clavados en ella.
Aisha siente un gran peso sobre sus hombros y en su corazón.
El elixni desaparece entre las sombras y deja a Aisha sola bajo un interminable cielo nocturno.