Objectives
Powerful Fallen:
50
[Void] orbs in the EAZ:
50
Competitive PvP or Nightfall:
3
Related Collectible
Lore
Banda Celestita (majestuosa)
El aguijón de mal espíritu
Eido miró a las crías que formaban un corro a sus pies. Al ver sus caritas absortas, se dio cuenta de que había un aguijón sin reparar sobre la mesa de trabajo y eso le recordó una historia.
"Érase una vez una ingeniera que era la más lista de su Casa", empezó. "Era, incluso, más lista que Klyfiks", añadió.
Las crías gorjearon de alborozo.
"Un día, el kell de la ingeniera fue a verla para darle una orden. Le pidió que construyera un aguijón". El tono de Eido daba a entender que aquella petición era de lo más normal. "Un simple aguijón para patrullar y realizar diagnósticos".
"Eso era algo muy fácil para alguien tan inteligente como ella, así que la ingeniera se ofendió". Eido apretó los puños para teatralizar el enfado de la ingeniera. "Protestó y dijo que no valía la pena perder el tiempo con una tarea tan simplona".
Eido, con una voz más profunda, intentó imitar a su padre: "El kell dijo: 'Pronto marcharé hacia la batalla y quiero que el mejor aguijón del sistema vigile mis aposentos mientras estoy fuera'".
Las crías exclamaron de alegría ante la irreverencia de la escriba.
"La ingeniera, finalmente, se puso a construir el aguijón. Le dieron las mejores herramientas, los metales más preciados e incluso un hábil asistente. No le faltaba de nada".
El tono de Eido se volvió sombrío. "Pero, en secreto, la ingeniera seguía enfadada. No le gustaba tener que cumplir con ese encargo y quería trabajar en proyectos más impresionantes".
Eido hizo una pausa para ver la reacción de las crías. Le gustaba fijarse en quién mostraba simpatía por la ingeniera y quién no.
"Finalmente, terminó el encargo. El kell se fue a la batalla y pusieron al aguijón a patrullar sus aposentos. Sin embargo, para sorpresa de todos, el aguijón se chocaba contra las paredes, realizaba diagnósticos incorrectos y, con frecuencia, aparecía en lugares en los que no debía estar".
Las crías estaban embelesadas.
"La ingeniera se dio cuenta en seguida de lo que pasaba", continuó Eido en tono conspirador. "Le había dado al aguijón el espíritu equivocado. Toda su rabia y su orgullo lo habían envenenado, como el éter oscuro envenena a los repudiados".
Eido vio que una cría cogía la mano de otra. Podía haber terminado la historia ahí, pero, al ver que los centinelas humanos los observaban desde el tejado, decidió continuar.
"Un día", continuó con seriedad, "el pobre aguijón, desorientado, vio a las crías del kell y pensó que eran intrusos, así que las acribilló a balazos".
Las crías soltaron un grito ahogado. Eido creyó ver que uno de los humanos les sonreía con simpatía.
"Cuando el kell volvió a casa y se enteró de lo que había pasado, mandó cortarle todos los brazos a la ingeniera y destruyó el aguijón". La voz de Eido era firme. "La Casa perdió a la mejor ingeniera, a las crías más fuertes y al aguijón más caro, todo a la vez".
"No lo olvidéis", advirtió, "siempre debemos dar lo mejor de nosotros mismos en todas nuestras tareas, aunque no nos gusten".