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Lore
Borceguíes Ascenso Pírrico
"No hay lugar al que escapar". (Aisha, cazadora humana)
REGISTRO DE RECONSTRUCCIÓN DE LA SIMULACIÓN // LA-01-04 // AZOTEA DE UN BLOQUE DE PISOS, DISTRITO PEREGRINO, ÚLTIMA CIUDAD
El Viajero cuelga como una luna sobre la Última Ciudad e irradia hebras de luz color zafiro por sus grietas. Las azoteas, las calles y los balcones se llenan de personas que miran al cielo, contemplando un espectáculo nunca visto y que quizá no vuelva a repetirse. Desde su terraza, la cazadora Aisha y su compañera, la hechicera insomne Shayura, presencian aquel cambio de era.
"¿Te acuerdas de Chicago?", pregunta Aisha sin apartar la vista de la silueta del Viajero. El silencio de Shayura es como una afirmación. "Creía que íbamos a morir en esas criptas", añade Aisha.
La Luz del Viajero las baña como la espuma de una marea distante. Aisha cierra los ojos. "Recuerdo que todos culpamos al Viajero". Desearía poder sentir más cuando la Luz le alcanza el rostro. Desearía sentir algo, cualquier cosa. "Por resucitarnos. Por ponernos armas en las manos. Por condenarnos a morir una y otra vez".
Shayura no dice nada y, por un momento, a Aisha no le importa. El silencio le permite asomarse a su propio vacío, a su propia falta de pertenencia a una fuerza cósmica a la que no entiende ni la entiende a ella. Sin embargo, al abrir los ojos, aquel maravilloso despliegue continúa. La importancia de ese momento y lo que significa para la gente de la Ciudad no se puede subestimar, aunque las consecuencias a largo plazo sean un misterio.
"Me acuerdo", responde finalmente Shayura. Aisha la mira, sorprendida al ver que Shayura no mira al Viajero, sino a la calle. "Nunca olvidaré lo abandonados que nos sentimos", añade con un nudo en la garganta.
Aisha vuelve a mirar al Viajero, que palpita como un corazón desbocado y estalla en un fogonazo cegador. Aisha se prepara como si el ataque fuera inminente, pero se estremece al sentir la oleada de Luz impactar contra ella y pasar de largo. Cuando se termina, Aisha ve lo imposible: el Viajero, antes maltrecho por el esfuerzo de destruir a Ghaul, vuelve a estar completo.
La Ciudad estalla en gritos de alegría. Aisha se gira hacia Shayura, pero ella ya no está. Siente que el pánico le oprime el corazón. Alarmada, mira en todas direcciones hasta que alcanza a ver a Shayura desaparecer entre las masas alborozadas. Aisha la ve alejarse y tiene miedo de entender lo que siente Shayura: el vacío del desapego.
