Stats
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Lore
Color de la velocidad
"Pasado cierto límite, la velocidad es cuestión de voluntad". (Petra Venj)
Eva Levante enhebra una aguja con un hilo de fina seda blanca. Una lámpara solitaria ilumina las vetas de la madera de su mesa y la hermosa tela negra que se extiende ante ella. Solo toca esa prenda de noche, cuando su pequeño piso de la Última Ciudad está sumido en un secreto silencio.
Con cada puntada, recuerda el extraño encuentro que dio lugar a su trabajo clandestino:
Aquella noche, ya era tarde. Había decidido volver a casa caminando desde la Torre. Cuando ya casi había llegado a su puerta, oyó una voz suave que decía: "Eva, cuánto tiempo. Te veo tan bien como siempre". De las sombras, emergió Osiris.
La antigua costurera resopló. "Menudo cumplido, viniendo de alguien que lleva siglos teniendo cincuenta años".
"Mi edad se manifiesta de otras formas. ¿Puedo pasar?".
"Claro". Eva abrió la puerta y se dio cuenta de que Osiris miraba por encima del hombro antes de entrar.
"Me alegra verte de nuevo en la Torre, Osiris". Eva puso agua a calentar mientras miraba de reojo a su invitado. "Imagino que no has venido por asuntos oficiales de la Vanguardia, ¿no?".
"No. He venido a pedirte un favor o, mejor dicho, para contratar tus servicios. Como prefieras". Osiris se sentó en el borde del sofá, incómodo. Eva sonrió. Su traje parecía algo ridículo en contraste con lo mundano del piso de Eva.
"Siempre es un placer hacerle un favor a un viejo amigo. Aunque ahora la vieja sea yo". Miró a su serio invitado con ternura. "¿Qué necesitas?".
"Una capa de cazador personalizada, que parezca hecha con plumas de cuervo".
"Seguro que hay muchos costureros en la Torre que pueden hacerlo. Hace años que no hago trajes personalizados, desde que empezaron a fallarme los dedos", dijo tocándose los nudillos.
"Necesito a alguien de confianza, alguien que pueda guardarme el secreto", Osiris le lanzó una mirada inescrutable. "Si aceptas, un Espectro llamado Glint vendrá más tarde para elegir la tela".
"¿Una capa secreta? Parece el tipo de trabajo que Cayde me encargaba. De hecho, la última capa de cazador que cosí fue para él". Eva pareció perderse por un momento en su recuerdo. Llenó dos tazas de té.
Ahora, varios meses después, le está dando los últimos retoques a la capa. La negrura de la tela absorbe la tenue luz y realza el blanco de la delicada seda. Es uno de sus mejores trabajos.
Eva no puede evitar preguntarse para quién es esa capa. ¿Quién podría exigir semejante secretismo? Solo espera que acabe sobre los hombros de un cazador tan bueno como el dueño de su última capa.
