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Lore
Carcasa fantasmal
"La Luz provee". (Mithrax)
Mithrax se repite a sí mismo el mantra mientras se abre camino por el C.E.L.M. Hace no mucho tiempo, esta sección albergaba al Sirviente que daba sustento a la Casa de la Luz y que ayudó a la Vanguardia a detener la Noche Eterna.
Pero ahora, algo completamente diferente ronda el espacio que rodean estas paredes.
Mientras desciende las escaleras hacia la plataforma del hangar, la ve por primera vez: la Corona del Dolor, grande y grotesca, posada ominosamente en el lugar que alguna vez ocupó el Sirviente. Es entonces cuando escucha las voces.
"Miiiissssraaakssss", sisean al unísono.
Por el rabillo del ojo, ve sus sombras deslizarse por las paredes y el techo. Escorias. Vándalos. Rostros que reconoce vagamente. Nombres que apenas recuerda o que nunca aprendió.
"La Luz provee". Incluso en su propia mente, de alguna forma su voz suena más pequeña.
"Kell de la Luz… Capitán de la muerte…".
Ahora todos se dirigen hacia él. De heridas que infligió en otra vida mana éter fantasmal.
"No olvidamos. No olvidamos lo que hiciste. No olvidamos quién eres".
"La Luz provee", se dice a sí mismo mientras un escalofrío le recorre la espalda. "La Luz provee. La Luz…".
"¿Misraaks?".
Voltea con el guantelete Simbionte listo para atacar. Lo baja cuando ve al Cuervo de pie en la entrada de la sección.
"¿Qué sucede?", le pregunta el cazador.
"No es nada", miente Mithrax. Ya no oye las voces y sus sombras ya no están. Pero no las ha olvidado. "Con permiso".
Pasa al lado del Cuervo sin decir nada más. Está desesperado por dejar el pasado atrás.