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Lore
Syrinx silenciada
"Me alegra que te quedes".
Sin su armadura, tendido en una cama estéril y vestido de lino, Osiris parece delgado y frágil. Los años han marcado líneas en su rostro más profundas que las trincheras de Mercurio. Su pecho se eleva y cae con respiraciones lentas y la luz ambiental que ofrece el equipo médico a su alrededor lo proyecta en un tono azul pálido que oscurece las cavidades bajo sus ojos. Es un vestigio raído de hombre.
En contraste, Saint-14 es una montaña. Incluso sentado en la cabecera de la cama de Osiris, el titán se cierne sobre él como una gárgola, vigilante. Mira la mano de Osiris, que parece pequeña, acunada dentro de la suya. Hay muchísimo miedo en el corazón de Saint, mucha duda y amor tácito. Demasiado tácito. Nunca más. Saint lleva la mano de Osiris a su boca y besa sus nudillos.
"Me alegra que te quedes", dice el Cuervo mientras aparece en la puerta de la zona médica. Saint se pone de pie y solo responde con un gesto silencioso. Mira atrás hacia atrás a Osiris con incertidumbre. El Cuervo lo ve con simpatía. "Entiendo".
"No lo haces", dice Saint con voz tensa y el Cuervo siente el cambio en la emoción de Saint. No ira, sino una actitud defensiva. "Dime algo. Allá arriba…", señala hacia el Leviatán en órbita sobre la Tierra. "¿Tus dudas, tus vergüenzas, cobran vida allá arriba?".
El Cuervo mira hacia otro lado por un momento, distraído por recuerdos turbulentos. "Sí", responde.
"Por eso no voy a ayudar". Saint indica con firmeza. "Porque sé que Osiris me estará esperando. Allá arriba. Y yo… no puedo soportar ver otra cosa con su rostro".
El Cuervo evita la mirada de Saint. Puede sentir la tensión incómoda y palpable entre ellos. Aun así, el Cuervo da un paso adelante y coloca una mano en el brazo de Saint con suavidad. Cuando mira a los ojos del exo, no es con prejuicio, sino con empatía.
Saint analiza la mano del Cuervo por un momento antes de abrazar al cazador firmemente.
"Eres una buena ave. Gracias".