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Lore
Luz de la noche
"Es peor aún en la oscuridad. Esas cosas son demasiado rápidas".
"¿Alguna vez viste a un engendro?", preguntó el cazador e inclinó su cabeza hacia el eliksni frente a él. Estaba posado en una montaña de cajas, disfrutando de su descanso por encima del ajetreo del núcleo de Variisis.
"Escuché sobre ellos por los relatos de la escriba Eido, pero nunca vi a uno. ¿Acaso no son solo criaturas pequeñas y bulbosas?", indagó el eliksni y cruzó los dos pares de brazos.
"Que explotan".
"Sí, pero… no entiendo el miedo inducido por ellos", comentó el eliksni. "¿Seguro que algo como un Ahamkara justificaría algo más de terror?"
"Está enojado porque cada vez que nos topamos con ellos, siempre se convierte en su objetivo", dijo una hechicera. Saltó arriba de la caja al lado del cazador, quien entornó los ojos. "Es casi casual".
El eliksni soltó una risita.
"¿Y qué hay de esos atormentadores?", preguntó un corsario, colocando una caja en el suelo y uniéndose a la conversación. "Escuchar cómo se tuercen los huesos cuando estás entre sus garras…"
El eliksni tocó su mandíbula y asintió con lentitud.
"Estoy de acuerdo, es peor que un engendro", declaró la hechicera.
"Bueno, está bien. ¿Qué fue la cosa más aterradora que HAYAS visto?", dijo el cazador tragándose las palabras.
La hechicera ni siquiera dudó.
"Eris Morn".
Hubo una pausa larga. Alguien dejó caer algo en la calle a lo lejos y el ruido hizo eco en su silencio.
"… Sí", respondió el cazador. El corsario y el eliksni mascullaron lo mismo. "Bueno, pero el jugo de un engendro en sí…"
Un ataque de gruñidos y asco sacudió al grupo mientras se dispersaban. El cazador siguió de cerca a la hechicera para continuar despotricando. El eliksni negó con la cabeza y siguió al corsario que iba en la dirección opuesta, preguntando más sobre los atormentadores.
