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Lore
Corriente abrasadora
La ilusión fortalece la ejecución.
El sol de la tarde descendía a las afueras del distrito eliksni. Rem estaba bajo el colibrí y una capa de grasa cubría sus manos. La titán se enjugaba el sudor de la frente y miraba a la joven eliksni a su lado colocar la última pieza.
Ambas se pararon y examinaron su trabajo: un colibrí brillante, construido desde cero.
"No puedo creer que esté listo", exclamó Itzelas con los hombros henchidos de orgullo mientras encendía la máquina. "¿Crees que mi hermana vaya a ponerse contenta?".
"¿Una maestra mecánica como ella?", preguntó Rem. "No sé qué la pondrá más contenta, si la máquina o la maravillosa chica que la construyó. Oye… ¿estás lista para probarla?".
Itzelas casi que saltó al asiento del vehículo y escuchó con atención las explicaciones de la titán sobre los principios de la aceleración y el manejo. "… Y luego, si sostienes con suavidad las agarraderas, puedes avan…".
Itzelas sujetó las agarraderas. Con fuerza.
"…zar".
El colibrí salió a toda velocidad por el distrito eliksni. Itzelas se sostenía con todas sus fuerzas.
"Debí haber empezado con la explicación de los frenos", suspiró Rem mientras corría detrás.
Itzelas recuperó el control, pasó por un mercado abierto, dejó atrás las figuras borrosas de compradores y vendedores por igual, se deslizó sin frenos. Terminó cayendo en una fuente y lanzó una oleada de agua por los aires. Vio de refilón plumas bordadas en la capa de un cazador que evadía la catarata de agua, pero cuyo espectro no tuvo tanta suerte. "¡Me abandonaste!", gritó el espectro, con su carcasa empapada. Itzelas siguió a toda velocidad sobre los escombros de un edificio en ruinas, con su disculpa perdida en el viento.
El colibrí se lanzó hacia delante y, al elevarse en el aire, Itzelas lo sintió: la euforia. La liviandad. La calma. Al fin consiguió sentir al colibrí como una extensión de su cuerpo, con su estela flotando detrás de ella en la brisa.
Luego vio los enormes tanques de éter que se alzaban debajo. Intentó activar el acelerador.
Nada.
Sonriente, consiguió propulsarse momentos antes de que la gravedad tomara el control y derrapó más allá de los tanques… donde un titán, agachado, le estaba dando de comer a una bandada de pájaros de la ciudad. Lo rodeó, a él y a un puñado de palomas. Cuando el polvo se dispersó y el colibrí se detuvo, el enorme titán se quedó boquiabierto, parado en medio de un nuevo cuadro de arte verdinegro que soltaron sus amigas aladas.
Soltó una carcajada mientras Rem corría hasta allí sin aliento. "¿Viste eso? Con esa habilidad y reflejos, ¡y esa juventud! Debemos presentársela a Marcus. Es… extraordinaria", exclamó.
Itzelas seguía sentada y alegre. Los ojos de Rem brillaban con orgullo. "Claro que lo es".