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Lore
Banda Primer ascenso
No hay nada más exquisito que la sensación de hacer algo que nadie ha hecho jamás.
La Luz olvida, la Oscuridad recuerda.
Mara Sov apretaba los dientes mientras mantenía firme al C.E.L.M., esforzándose al mismo tiempo para mantener abierto el portal con su poder, el tiempo justo para que la guardiana Ikora y el comandante Zavala lo atravesaran.
Mara cambió su foco de atención para mirar la transmisión en vivo en la pantalla a su lado mientras la guardiana dio sus primeros pasos hacia el Corazón Desalentado.
Y en un instante… recordó lo que se sentía ir al frente.
Recordó el vacío interminable, la chispa de los protones, la roca fría contra su espalda y la sensación de caer eternamente hacia arriba. Recordó el till glaciar cubierto de platino, un bosque que se extendía como el micelio y los cuellos alpinos que acunaban lagos alpinos. Recordó un mundo tan joven y viejo en el que toda vida era igual, sin sentido, e importante. Recordó crear ese recuerdo, ese lugar, hacerlo despertar del caldero de su propia imaginación y haberlo convertido en materia, con sus labios curvados por su nombre. El Distributario.
Mara jamás vería ese mundo de nuevo, pero en el video borroso que parpadeaba ante ella, estaba su doble. No era su hogar, pero sí algo cercano.
La transmisión de video se interrumpió.
Un rugido de violeta pasó rápidamente junto al C.E.L.M., y con un silencio repentino la nave salió del portal hacia el espacio abierto. El portal no se cerró de golpe detrás de ellos, el Testigo debe de haberlos soltado.
Mara contuvo el aliento. Le temblaban las manos. Ahí dentro no había señales del Cuervo, ni en las comunicaciones, ninguna señal de que estuviera vivo más que lo que le decía su corazón. Volteó a mirar al Viajero y al Corazón Desalentado en su interior.
Mara Sov otra vez pensó en su hogar.