Archetype

Armazón de disparo rápido
Stats
Impacto | 23 | ||||
Alcance | 26 | ||||
• Damage Falloff | |||||
Estabilidad | 49 | ||||
Manejo | 26 | ||||
Vel. de recarga | 30 | ||||
• Reload Time | |||||
Puntería asist. | 79 | ||||
Capacidad | 53 | ||||
Zoom | 17 | ||||
Efectividad en el aire | 10 | ||||
Direc. de retroceso | 60 | ||||
Disparos por minuto | 540 | ||||
Cargador | 36 | ||||
Selected Perks | |||||
Popularity: Overall | Select 4 perks to see their popularity. | ||||
Popularity: Perks | |||||
Popularity: Trait Combo | |||||
Popularity: MW Bonus |
Perk Playground
Curated Roll
Random Rolls
Popular Trait Combos
Popular Individual Perks
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21.5%
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17.6%
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5.4%
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Let's Go Related Collectible
Lore
La espira desgastada por el tiempo
Forjado en honor de Silimar y de la perseverancia frente a los obstáculos imposibles.
Un viento frío hacía ondular el manto de Lord Saladino mientras llegaba al fondo de la escalera y entraba en un pequeño patio tallado a un lado del muro. El resplandor naranja de la Última Ciudad pasaba a través de las ventanas arqueadas e iluminaba el contenido de la habitación: helechos frondosos, pilares decorativos, una fuente de baldosas secas y el comandante Zavala sentado en una pequeña mesa de metal contra una pared. Saladino se acercó a su antiguo aprendiz.
"¿Tu oficina no sería más cómoda?" Preguntó el Señor de Hierro.
Zavala sonrió de forma tenue. "Un campo diferente para un tipo de batalla diferente".
Saladino se sentó en la mesa. "Pintoresco".
Zavala tomó una manta tejida de su regazo y se la ofreció a su mentor.
"Los lobos usan sus propios abrigos", dijo Saladino.
Zavala sonrió, puso la cobertura debajo de su silla y dirigió su atención al tablero de madera lacada que tenía delante. Las líneas grabadas formaban una cuadrícula en su superficie, y una pila de piedras oblatas blancas y negras reposaba cerca. "¿Comenzamos?".
Saladino tomó una piedra y la colocó en el tablero. Zavala siguió con su propio movimiento, y el juego estaba en marcha. Se sentaron en silencio mientras las piezas continuaban siendo colocadas y retiradas. El tablero se llenó. Saladino esperó en su siguiente turno buscando opciones metódicamente. Finalmente gruñó y se rindió con un gesto.
"Me sorprende que todavía me hayas invitado", dijo Saladino y rompió el silencio.
Zavala dudó antes de responder, mientras jugaba con una piedra en sus dedos. "Tu disensión sobre Caiatl ha sido frustrante, lo admito".
"¿Esperabas que un Señor de Hierro permaneciera en silencio?" Preguntó Saladino.
Zavala suspiró. "Esperaba que un viejo amigo respetara mi posición".
"Los títulos son instrumentos", dijo Saladino. "Lo que merece respeto es cómo los usas".
Zavala sonrió. "¿Y cómo debería usar el mío?".
"Para conocer a Caiatl de frente y acabarla", dijo Saladino. "Una acción decisiva para una victoria decisiva".
"¿Deseas otra guerra a gran escala con los cabal? ¿Perseguirlos a lo largo de los golfos negros?" Preguntó Zavala. "¿Cuántos morirán en tu cruzada? ¿Y qué vas a dejar atrás?"
Saladino se rio sardónicamente. "Son excusas para evitar las decisiones difíciles. Toda victoria requiere sacrificios".
"Usarías esos sacrificios como elogios, pero los considero lo que son", dijo Zavala con firmeza. "Consecuencias de mi fracaso".
"Es fácil juzgar desde tu lujoso centro de mando", gruñó Saladino mientras su comportamiento se agriaba. "Pero pronto te encontrarás en una posición sin salida fácil. Sin victoria en el horizonte, sin escapes inteligentes. Nada más que un desastre y la elección de quién paga el precio".
"En la guerra hay más cosas que medir que el recuento de cadáveres", dijo Zavala gravemente.
Saladino miró las luces brillantes de la Última Ciudad. "Tal vez, pero no siempre se puede elegir. A veces el intercambio se decide por sí mismo. A veces estás atascado al otro lado de la puerta mientras tus amigos arden en llamas".
Zavala vio dolor en los pliegues fruncidos del rostro del Señor de Hierro. "Yo también he perdido gente".
"No tanta como la que perderás", contestó Saladino.
Zavala suspiró y se llevó los brazos detrás de la espalda. "Siento decepcionarte tanto".
Saladino sacudió la cabeza y se paró de la mesa. "Has superado todas mis expectativas, Zavala. Pero aún no eres lo que podrías ser, y no eres lo que necesitamos".
Zavala también se puso de pie. "Sea como fuere, soy tu comandante, y lo que necesito es tu obediencia".
Saladino sonrió. "Sabes que no te conviene tratar de domesticar a un lobo, viejo amigo".
Zavala se puso de pie, inmóvil, y no apartó la mirada del Señor de Hierro.
Saladino suspiró. "Ambos nos oponemos a los términos de Caiatl. Eso debería bastar". Se volteó para irse, pero el comandante puso una mano sobre su hombro.
"Es bueno verte fuera de los límites del deber", dijo Zavala. Saladino asintió, y luego se alejó.
Zavala se sentó de nuevo en la mesa a estudiar el resultado del juego mientras los pasos del Señor de Hierro se hacían más lejanos.