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Lore
Distintivo Predecesor de hierro
"Algunos conocen la leyenda. Aplastamos a los Señores de la Guerra con nuestros talones para que nunca volvieran a levantarse". (Lord Saladino)
V.
Saladino recuerda cuando conoció a Zavala. Recuerda haber pensado que los insomnes tenían un porte real, como los ciervos que alguna vez cazó en las estepas. Sus hombros eran anchos y tenía su barbilla en alto. Cuando se movió, lo hizo con la fuerza y deliberación decidida de alguien con el poder de determinar su propio lugar en el mundo.
"Nunca tendrás un hijo", había dicho su espectro, "pero no es demasiado tarde para adoptar a un aprendiz".
Saladino recuerda sus combates de entrenamiento. Recuerda cómo Zavala siempre se recuperaba, sin importar cuántas veces lo derribara. Recuerda negarse a ofrecerle una mano al joven Portador de la Luz. Hasta el día en que Zavala finalmente lo venció en combate.
Recuerda haber estado acostado boca arriba, con el hombro izquierdo dislocado, las costillas destrozadas y una extraña presión en el pecho que le dificultaba respirar.
"Termínalo", había ordenado Saladino, porque así era como debían ser las cosas. Su espectro lo reanimaría.
En vez de eso, y sin decir nada, Zavala lo puso en pie.
Saladino recuerda todo esto y más cuando su antiguo aprendiz lo llama a su oficina y le habla de quién está detrás de la máscara del Cuervo. Zavala dice que sabe que a Saladino no le gustan los secretos, que es injusto pedirle que mantenga uno de esta magnitud, pero llegará un momento en que el Cuervo necesite a alguien, así como Zavala necesitó a Saladino.
"Nunca necesitaste a nadie", insiste Saladino.
Zavala solo sonríe.