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Lore
Accipiter radiante
Una nave paracausal. Es nueva. No tiene sistema de navegación, ni controles ni computadora, pero responde directamente a nuestros pensamientos. No podemos modificar muchas cosas bajo el capó… porque tampoco tiene capó. (Amanda Holliday)
La libertad es una cadena. Elegir, una prisión.
Lo ves y lo único que él quiere es la confirmación del hecho. Pero hacerlo implicaría algo mucho peor que la justificación. Sientes su mano revolver tus entrañas, asir tu corazón y arrancarlo para sí mismo. Sabes el dolor que ocasionará.
En un último acto de resistencia rompes tus cadenas usando la fuerza que has reunido lentamente todo este tiempo. Las cadenas físicas se rompen, pero las de la causalidad no son tan frágiles, ni siquiera para ti.
Lo ves y está satisfecho. Luego, se va. Tu rugido desafiante hace eco en el infinito. Sabes que lo atestiguarán.
Solo es cuestión de tiempo.
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Soy el último Orador.
Durante los largos años que he tenido este título, también mantuve la esperanza de que mis compañeros siguieran en algún lugar de este mundo o de otros. Pero, igual que este título, me arrebataron la esperanza.
Escribo estos pensamientos en la víspera del que bien podría ser mi deceso, entre los fríos muros de una prisión, || tan oscura y sofocante || no en mis aposentos. Son mis últimas palabras, pero quizás, también las más importantes.
Mi captor desea conocimiento, entendimiento, una claridad que incluso a mí me ha negado el Viajero. Él no entiende || lo difícil que es comunicarse ||. No le importa. Prefiere arrebatar a tener la paciencia para que le otorguen.
Me pide que haga que el Viajero lo vea, que le hable, pero él no entiende. No puedo hacer que el Viajero haga nada. Solo puedo escuchar y repetir. Pero él no desea escuchar || las advertencias || lo que tengo para decir.
No quiere creer que va a || ser reducido a un recuerdo || fracasar. Lo he visto. He visto mucho. Antes de que le pusieran ese grillete al Viajero, me lo dijo a gritos. Me mostró || una máscara rota reparada con oro en el sitio de las fracturas. || todo lo que necesitaba ver; una vida de servicio recompensada.
Ya no tengo que || tener miedo || ser el Orador. No hay necesidad || de temer, ese tiempo ya pasó || para nosotros, para mis compañeros, para nuestra orden.
Cuando llegue el momento || de tomar una decisión || el Viajero hablará libremente. Quienes escuchen, sabrán || los peligros que se avecinan ||, y quienes lo sepan, escucharán. No son Oradores || olvidados ||, pues nuestro tiempo ha pasado. Se acerca una nueva era, y quisiera vivir para verla.
Soy el último Orador, y estoy en paz.