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Lore
Grebas Cacería Salvaje
Aventaja a tu presa.
IV
La noche pasó muy rápido y la mañana cayó de golpe. Siegfried sufría. No podía recordar la última vez que había estado dolorido tras una batalla.
"Buenos días, señor". Ogden, el espectro de Siegfried, flotaba sobre las muestras que el titán había tomado. "La magia que están usando estos tontos es extremadamente inestable".
"Te pedí que te alejaras de eso. Está profanado". Siegfried tomó las muestras de la tienda y las puso en su mochila. "La verdad, prefiero que te quedes guardado hasta que nos vayamos".
"No eras tan grosero cuando eras niño", reprochó el espectro a su titán. "Cuando expreso preocupación, el maestro Siegfried me dice que no me inquiete. ¿No podría decir lo mismo yo?".
"Son tiempos diferentes, viejo amigo. Ahora mi cuerpo es un poco más barato de reemplazar que el tuyo", bromeó Siegfried.
"Buen punto, señor".
El viaje con las técnidas fue silencioso e incómodo. Se encontró con Petra en la cabina, quien estaba ocupada con una montaña de documentos. En la fuerte niebla se ensordecían gritos roncos. El Arrecife estaba cambiando. Ella había solicitado su presencia, pero le notificó que no se le permitiría el paso al Templo. Qué ridículo. ¿Por qué estaba ahí? Los pensamientos de Siegfried se distorsionaron. Caos. Siguió a Petra hasta las cámaras del Templo mientras sujetaba con fuerza la mochila con las muestras. Debe tener sus razones. Sus secretos. Las escaleras parecían eternas y Siegfried no podía deshacerse de la imagen de la caverna. De ese macabro ritual. Intentó pensar en otra cosa.
"¿Hay otros guardianes que estén operando en esta zona?", preguntó Siegfried.
"Los guardianes vienen y van, pero no he notado nada fuera de lo común, si a eso te refieres".
"¿Hay algo que quieras decirme?".
"No tengo motivos para mentirte, titán".
"Vi a un hombre".
Petra dejó de caminar. La puerta del templo estaba cerca. "¿Algo más?".
"Era un insomne. Portaba el sello de la Araña".
"¿Dónde viste a este hombre?".
"Durante tu operación". Siegfried hizo una pausa. "Acribilló a un ogro para defenderme y huyó".
"Un acto noble para una mosca del Sindicato".
"Yo sé que tienes contacto con la Araña". Siegfried la observó.
"Petra se desconcertó por un momento, luego se recuperó. ¿Sabes por qué las arañas tejen telarañas, titán?".
"No les doy importancia a esas cosas".
"Les gusta el control. El aprisionamiento. La impotencia. Mover hilos en sus pequeñas esquinas. Si las dejas en paz, bajo vigilancia, pero sin molestar, atrapan a otras pestes. Pestes peores. Petra avanzó y colocó una mano en la puerta. "Tal vez es hora de revisar su telaraña". Extendió la otra para recibir la mochila. "La miraré".
Siegfried la colocó en la mano de Petra. "Espero con ansias tus descubrimientos".
"Quizá las técnidas necesiten tu informe. Petra sonrió para sí misma. "Te otorgo el poder sobre estas escaleras. Mantente alerta, señor titán. Patrulla si quieres".
Kalli, Sedia y Shuro Chi esperaban la Ira de la Reina. Colocaron cada uno de los especímenes en recipientes de contención sellados. Los analizaron uno por uno. Prepararon sus mentes y entraron en meditación.
Dientes, sangre y huesos del caballero de sacrificios. Fuego del alma coagulado. Tejido arrancado por retorcimiento.
En busca de comunión.Tres voces hablan como una.Ruido sobre ruido.Eleusinia se asfixia.
Una terraza de fuego esmeralda sobre un puerto rojoDedos llegan como espadas desde cavidades distantesPruebasPunzantesGustoReproducción guerra.
Se ofrece un sueño.
CIELO ROJO: Llevan una marca en la consciencia de sus tejidos.
MAÑANA: Existencias individuales tocadas a coro.
LLENO DE TEMOR: Xivu Arath. Avatar de guerra.
Más. Mucho más.
Presenciaron todo.
Petra habría deseado no hacerlo.
Siegfried se sentó en los escalones, perdido en sus pensamientos. No le gustaba la idea de confiar en la brujería, en especial en la que no podía observar. Por lo menos, podría ser más rápido.
La puerta se abrió detrás de él. El rostro de Petra mostraba señales de cansancio. "Lamento haberte hecho esperar. Regresa a la base de operaciones. Te veré en la mañana. Aún hay mucho por discutir aquí". Examinó a Siegfried por un momento. "Dile a la Vanguardia que el sueño de Ikora fue interesante. Estaré en contacto".
Siegfried suspiró y se levantó. "Veo que mis observaciones de la situación no eran necesarias".
Se sintió más ligero mientras bajaba las escaleras. Incluso más despierto, a medida que entraba al extractor. Siegfried no sabía si era la paz de una cabina vacía o la seguridad de un transportador de tropas que lo escoltaba. La mochila que había dejado con Petra. Ya no le concernía. Se quitó el casco y respiró profundamente. Permitió que su mente divagara mientras veía la belleza del Litoral. El gran portal sobre él. El legendario muro cristalino erguido contra la niebla. El muro. En lo alto del muro. Posado como un buitre.
Era él.
Algo flotaba con él y reflejaba la luz.
"¡Ahí está de nuevo!", gritó Siegfried. Abrió la puerta de golpe y saltó sin esperar a que el extractor se detuviera. El titán se elevó por el aire con su Luz, avanzó como una ráfaga electrificada, se deslizó y empezó a correr a toda velocidad. Rápidamente, llegó a lo alto de la colina sobre el muro cristalino. El movimiento había dejado un rastro a través de niebla del litoral. Siegfried lo persiguió.
