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Lore
Nostos
El avance de la dulce vida se escurría de él, apenado por el regreso a casa.
Eramis estacionó su queche en el lado oscuro de un asteroide y apagó los motores. Más allá del mirador, vio un queche de la Casa de los Lobos destruido que yacía a medio enterrar bajo los escombros en la Costa Enredada.
Kylaksis, su teniente, interrumpió su ensoñación, "Eramiskel, tu plan está funcionando", chirrió el vándalo con alegría. "Se acerca una patrulla del Arrecife, en busca de nidos. Si abordamos la nave rápido, podemos llevárnosla intacta".
"No", respondió Eramis con la vista todavía en el mirador. "Déjalos pasar".
"Es una nave patrulla de corsarios", insistió Kylaksis, con chirridos marcados por la frustración. "Incluso en ruinas, valdría…".
"DÉJALOS PASAR", explotó Eramis, dando un giro enérgico hacia el vándalo. "La era de la Ladrona de Naves ya terminó".
"Ahora solo importa", dijo Eramis, "dónde nos encontramos cuando llegue el fin". La kell de la Oscuridad activó su transmisor y dejó a Kylaksis frustrado y solo en el puente.
Eramis se rematerializó en el queche en ruinas de la Casa de los Lobos. Las paredes de la nave estaban llenas de agujeros de balas y protuberancias de la colmena disecadas. Solo los combatientes de la colmena y los portadores de Luz se habían atrevido a entrar a ella desde que había sido derribada durante las guerras del Arrecife. Sacudió la cabeza. Qué desperdicio.
Pasó por encima de los cuerpos de lacayos y acólitos, eligiendo su camino por la nave con cuidado. Una vez dentro, abrió un panel de acceso y extrajo un núcleo de datos de siglos de antigüedad. Navegó por los archivos hasta encontrarlo: un mapa detallado de Riis, el mundo natal de los eliksni.
Era el mismo mapa que la compañera de Eramis, Athrys, había seguido al salir de Sol. Hasta incluía las zonas habitables que había marcado como lugares de aterrizaje potenciales.
Quizás hoy Athrys fuera ser kell de su propio asentamiento, y viviera feliz entre sus crías ya crecidas. O quizás todos estén muertos hace tiempo. La verdad es que, por décadas, Eris no había estado pensando en ninguna de las dos posibilidades.
Pero desde que vio al Testigo desaparecer por el portal, Eramis no podía pensar en otra cosa. Todas sus aspiraciones previas de pronto no eran nada. La solidaridad eliksni, la venganza contra el Viajero, la enemistad con los humanos… todo era irrelevante.
Si su destino era un segundo Torbellino, Eramis lo sufriría como el primero, con Athrys a su lado.
