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Lore
Pantalones de Explorador
Pasos sin tierra. Saltos sin caer. Vuelo sin viento.
TRAVESÍA - IV
Austyn estaba sentada en silencio con los ojos cerrados. Las líneas ley pasaban por encima de ella en oleadas, en pulsos que ella alineaba lentamente con el suyo propio. Entrelazamiento. No era la primera vez que se unía en simbiosis con el Plano Ascendente. Ya había pasado por los pensamientos de todas las hermanas del círculo. Había soñado con Petra y había averiguado secretos de ella sin que se enterara. Austyn sabía que debían salvar a la reina Mara Sov. Ellas debían salvarla y restaurar el trono. Todas las noches después del entrenamiento buscaba en las líneas ley un camino hacia la reina.
Las hermanas del círculo dormían alrededor de su cuerpo, pero su mente volaba entre innumerables hojas de cristales prismáticos. Cuando se rompían, ella revoloteaba de un plano a otro y atrapaba destellos momentáneos de asombro incomunicable.
A la distancia, en el cosmos, Austyn vio una niebla oscurecida de ruido indescifrable. En un lugar enclavado en las líneas ley, esa mancha sombreada crecía. Austyn sabía que Mara Sov se había aislado. Sabía que la reina se había escondido de sus enemigos. En más de una ocasión, Austyn había sentido una presencia que contactaba a la Ciudad Ensoñada desde el ruido. Esta noche, ella iba a responder el mensaje.
Austyn concentró su voluntad en una senda hacia el ruido distante y, cuando lo hizo, apareció. El camino estaba abierto, pero aún era muy lejano. Se acercó a su cuerpo físico, puso una mano en el aire frente a ella y cortó el oxígeno tocándolo. Abrió una hendidura en la realidad, a través de las moléculas en el aire, y la senda se ancló a ella cuando ella dio la orden.
El ruido vino a ella e, inmediatamente, Austyn se encontró en el precipicio.
Aplastada, pasmada, paralizada e invadida de murmullos maliciosos que destrozaron el portal hasta convertirlo en nada.
Su conciencia fue arrancada hasta otro extremo del cosmos, a una terraza de espadas de ónice y una llama esmeralda que predominaba en un puerto rojo. Desde los vacíos distantes penetraban dedos como cuchillas. Hubo ruidos, ruidos estruendosos. Una figura solitaria estaba allí junto a dos tronos vacíos. Probaba. Incitaba. Saboreaba. Preparaba una guerra.
"¡Austyn!". Una voz familiar la trajo de vuelta al mundo de la vigilia. "Austyn, ¿estás bien?".
Se despertó cubierta de sudor y calor. Petra Venj estaba junto a ella sujetándola por los hombros.
A Austyn le costaba respirar. Su mirada se encontró con la de Petra.
"¿Austyn?".
Te dejarían atrás si supieran lo que acabas de ver, pensó.
"Fue solo una pesadilla", dijo Austyn para tranquilizar a la Ira de la Reina. "Gracias por despertarme".
