Lore
Guantes Solsticio (resplandecientes)
Carga con el peso del tiempo y sigue avanzando.
Dolor. Solo dolor. La palabra rebotaba por su calavera, descendía por su cuerpo, resonaba en sus huesos. No siempre había habido dolor, pero Kalumet Ziv ya no podía recordarlo. Se apoyó en Aiza-3, que casi se cayó por el peso inesperado. Se estabilizó rápidamente y siguieron.
"¿Necesitas ayuda ahí arriba?". Detrás de ellos, las pisadas de Ivola eran desiguales debido al agujero en su muslo derecho. Ziv no estaba seguro de poder ayudar aunque quisiera. Aiza debió de sentir lo mismo.
"No, solo tenía que reajustar". Siguieron, en exhausto silencio, hacia el punto de extracción, quedándose entre los escombros, tan lejos de la carretera como se atrevieron. Avanzaron así durante horas, los únicos supervivientes de la emboscada cabal, pero apenas habían cubierto terreno.
A lo lejos, un sonido familiar: vehículos. Varios. Un convoy cabal apareció en un risco lejano, y la poca esperanza que le quedaba a Ziv se desvaneció. Así no tendrían ninguna oportunidad.
No si se quedaba con ellos.
Soltó a Aiza y se deslizó hacia el suelo. La exo lo agarró del brazo. "Tienes que intentarlo, Ziv. No podemos parar aquí. Ahora no".
Él se soltó. “USTEDES no pueden". Comprendiendo, Ivola sacudió la cabeza. Fue a decir algo, pero Ziv la interrumpió. "Puedo ganarles algo de tiempo".
Aiza e Ivola se miraron. Miraron el convoy. Sabían que él tenía razón.
Un breve adiós, un abrazo y desaparecieron, ocultándose entre los escombros con mucha más velocidad.
Arrastrándose cerca de la carretera, gritando de dolor a cada movimiento, esperó a que estuvieran lo bastante lejos como para atraer a los cabal sin que los vieran.
Desde el suelo, agarró su fusil y empezó a disparar.