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Lore
Carcasa de infiltrador
Para espectros que pasan sin invitación.
Eido y Eris Morn se sientan juntas entre las pilas de libros desordenadas. Eido organiza las pilas lo mejor que puede: los endereza, acomoda y alfabetiza. Eris deja un libro abierto boca abajo sobre la mesa mientras le da un vistazo a otro; las runas de la colmena llenan la página sin extender.
"Para Xivu Arath, la guerra y la veneración son lo mismo. Mediante el combate, sus deseos se convierten en los nuestros. Sus conflictos se convierten en los nuestros", cavila Eris.
Eido ha ido conociendo las costumbres de su compañera de investigación, y sabe que Eris habla tanto para sí misma como para quienes la rodean.
"Nos arrastra al mismo patrón de acción", piensa Eido. Alista la página doblada del primer libro que Eris hizo a un lado y en vez de eso deja un separador. "Lo que fortalece la posición de Xivu Arath".
"La violencia es siempre su propio propósito", dice Eris, doblando una esquina de una página del segundo libro antes de cerrarlo. "Xivu Arath lo sabe. Sus rituales no son actos apotropaicos. Son invitaciones".
Eido recorre con la punta de una de sus garras su tabla de datos, en la que ha acumulado muchas notas minuciosas.
"Pero la guerra en sí es un ritual", dice Eido.
Los ojos verdes se encuentran con los azules de la eliksni.
"¿De qué manera?".
"Hay tácticas y planeación", dice la escriba con cautela. "Ofrendas y pérdidas. Sacrificios. Todo con un objetivo mayor. Librar una guerra es invitar, o forzar, la participación del enemigo".
Eido sostiene la mirada aguda de Eris.
"Savathûn nos condujo a sus deseos al convertirlos en los nuestros. Su hermana hace lo mismo. Sus métodos varían, pero el propósito es el mismo".
Eris se pone de pie. Ocurre una avalancha de papeles cuando una pila de libros se cae al suelo.
"Tenemos que redactar un mensaje para los técnidas".
